lunes, 4 de abril de 2011

Mesoamérica

Historiadores y antropólogos emplean el término "Mesoamérica" para referirse a la región de América Central (México, sobre todo) que poseía una civilización muy desarrollada antes de la conquista española, a principio del siglo XIV, en la que se aprecia una sorprendente unidad cultural y religiosa por encima de la diversidad de naciones, lenguas y estilos artísticos: un rasgo común consiste, por ejemplo, en el complejo calendario basado en un ciclo sagrado de 260 días combinado con un año solar de 365, así como unos profundos conocimientos de astronomía, una escritura jeroglífica, un juego de pelota semejante al baloncesto que se ejecuta en un patio especial con una pelota de goma maciza y un panteón de extraordinaria complejidad, con deidades del viento, la lluvia y el maíz.

La región está integrada por un mosaico de paisajes diametralmente opuestos, desde los desiertos del norte hasta las selvas tropicales del sur. Llovía demasiado o demasiado poco, los lechos secos de los ríos se transformaban en torrentes turbulentos de la noche a la mañana, los terremotos asolaban la tierra: semejante entorno de inestabilidad podría contribuir a explicar el mito azteca de los cinco soles, cada uno de los cuales equivalía a una era o un mundo cósmico, que acababa con un cataclismo.

No fueron los aztecas los primeros en apaciguar a los dioses con sacrificios humanos. La religión tolteca (pueblo que estableció su capital en Tula, a finales del siglo XI) tenía como carácter igualmente sangriento, como ponen de manifiesto las esculturas chacmul, figuras reclinadas con platos tendidos para recoger las ofrendas del sacrificio. Pero las prácticas aztecas son las que cuentan con mejor documentación. Para ayudar al dios Huitzilopochtli, el sol, en su batalla cotidiana contra las fuerzas de la noche, había que alimentarlo con corazones y sangre humana, y los prisioneros de las campañas militares proporcionaban las víctimas necesarias.

En cierto sentido, se puede decir que los aztecas capturaron su panteón de la misma forma, adoptando los dioses de otros pueblos anteriores, como Tlaloc, dios de la lluvia, y Huehueteotl, deidad del fuego. Pero Huitzilopochtli era su dios tribal, desconocido en otras regiones.