domingo, 27 de mayo de 2012

El mundo Celta.

"Céltico" es esencialmente un término lingüístico, y las regiones célticas son las áreas de Europa y Asia Menor en las que se han hablado lenguas célticas en diversas épocas, desde Irlanda al oeste Turquía al este.

Por desgracia, no existe un sistema único de mitología pancéltica. Hay ciertas similitudes entre las deidades galas consignadas por los romanos y los dioses de las literaturas "insulares" (es decir, las de las islas Británicas e Irlanda), pero estas correspondencias rara vez son sencillas y carentes de toda ambigüedad.

En realidad, la interpretación romana de los cultos célticos arroja más oscuridad que luz sobre el tema. Cuando Julio César presenta un panteón galo con supuestas precisión y claridad clásica, lo que hace es reducir una multiplicidad de deidades a una uniformidad derivada de prejuicios romanos, además de asignar nombres latinos a los dioses galos.

Cabe la posibilidad de que los celtas del continente rindieran culto a deidades locales, tribales. Cuando en una inscripción gala aparece el nombre de un dios romano, en algunos casos podrían referirse a una deidad local equiparada a un dios romano y en otros a una deidad pancéltica con nombre romano.

Según César, el mayor de los dioses célticos es el que él denominaba Mercurio, casi con toda certeza Lugus, el irlandés Lugh. En opinión de la mayoría de los expertos, "Lugus" significa "el Brillante", y se adoraba al sol como dador de vida y protector de la fertilidad y la curación, con la rueda como símbolo.

Como no se han conservado mitos célticos del continente en forma de narraciones, los relatos insulares revisten una importancia especial como fuente de la tradición mitológica. Sin embargo, existen dudas sobre su exactitud. En galés, se ha demostrado que algunos relatos de la colección medieval Mabinogion están basados en cuentos populares del mundo entero, muy conocidos, y por consiguiente, no pueden tomarse como mitos con plena confianza. No cabe duda de que las primitivas sagas irlandesas recurren, a elementos arcaicos, pero en la actualidad se consideran ficciones literarias características de la primera civilización cristiana de Europa.