lunes, 21 de mayo de 2012

La fundación de Roma.

El destino de Eneas el troyano.

En la mitología griega, Eneas es un héroe troyano de importancia secundaria en el conflicto entre Grecia y Troya, hijo de Anquises y Afrodita, quien profetizó antes del nacimiento del niño que un día reinaría sobre los troyanos y sería predecesor de una dinastía eterna. Al menos desde el siglo III a. C., en Roma se le consideraba fundador mítico de la raza romana, historia que se narra en el gran poema épico latino La Eneida, escrito por Virgilio, en el siglo I a. C.

Cuando los griegos destruyeron la ciudad de Troya, Eneas escapó con vida llevando a la espalda a su padre y en los brazos a su hijo, Ascanio, y las imágenes de sus dioses ancestrales. Inició una larga y peligrosa travesía por el Mediterráneo (el anciano Anquises murió en el camino) y llegó a Cumas, Italia. Allí consultó a la Sibila, sacerdotisa de Apolo, quien le sirvió de guía en su visita a los infiernos, donde, según Virgilio, se reunió con su padre, quien le habló de la futura grandeza de la raza que estaba destinado a fundar y le mostró las almas de famosos romanos del porvenir, que esperaban a nacer.

Eneas, volvió a levar anclas en Cumas y arribó al reino itálico de Lacio, cuyo rey, Latino, le prometió la mano de su hija, Lavinia, quien, según la predicción de un oráculo, habría de casarse con un príncipe extranjero. Pero Lavinia había sido prometida anteriormente a Turno, jefe de los rútulos, otra tribu itálica, y en parte a consecuencia de este insulto a Truno estalló una guerra, en el transcurso de la cual Eneas y Latino firmaron una alianza con Evandro, rey de Palanteo, emplazamiento de la futura ciudad de Roma. Por último, Eneas dio muerte a Turno en combate singular.

La obra de Virgilio acaba con la derrota de Turno, pero existen tradiciones que narran el resto de la historia de la creación de la dinastía iniciada por Eneas, el algunas de las cuales el héroe aparece como fundador de la propia Roma. Pero, según la más extendida, Eneas estableció la ciudad de Lavinium (en honor a su prometida) y su hijo Ascanio, fundó una segunda ciudad, Alba Longa.

Sin duda, el propósito de estos relatos, en los que Eneas y Ascanio aparecen como fundadores de los primeros asentamientos troyano "prerromanos" en Italia, consistía en hacer compatible la historia del héroe con el otro relato sobre la fundación de Roma, por Rómulo, que descendía de la línea real de Alba Longa.

Eneas constituía un símbolo importante de los valores morales romanos, sobre la piedad que demuestra el heroico rescate de su padre, y la perseverancia y el sentido del deber que caracterizan sus primeros esfuerzos por fundar la raza romana, simbolismo que se puso de relieve de forma muy especial en el reinado de Augusto (31 a. C. - 14 d.C.), su familia, los Julios, aseguraban descender directamente de Eneas. En uno de sus proyectos arquitectónicos más impresionantes, el "foro Augusto", el emperador colocó estatuas no sólo de Eneas, sino también de Ascanio, de los siguientes reyes de Alba Longa y de otros antepasados que representaban su vinculación directa con el fundador de Roma.

En el relato de Virgilio sobre Eneas se cuenta la aventura amorosa del héroe troyano con Dido, reina de Cartago. Probablemente, en otras versiones anteriores de la historia de Dido Eneas no representaba ningún papel, y al unir los dos personajes, Virgilio creó una de las leyendas romanos de mayor renombre.