jueves, 20 de septiembre de 2012

Balder, hijo de Odín.

Muchos de los viajes de Odín estuvieron motivados por su deseo de conocer el futuro. Consultó las runas y la cabeza del gigante sabio Mimir, muerto a manos de los Aesir. Realizó peligrosos periplos para ver a otros gigantes célebres por su sabiduría e incluso convocó a los difuntos para interrogarlos. Por ello se enteró de que estaba destinado a que lo devorase el lobo Fenrir y de que Loki conspiraba constantemente contra los dioses.


La primera amenaza grave que recibió Odín sobrevino con la pérdida de su hijo Balder, el más hermoso de los dioses y uno de los mas amados por Odín y su esposa Frigg, aunque en la tradición danesa no se le recuerda como dios sino como guerrero e hijo de Odín que luchó sobre la tierra. Balder sufría terribles pesadillas, y para protegerlos, Frigg pidió a todos los seres creados, incluso a los árboles y plantas y a todos los objetos de mental, madera y piedra, que jurasen que nunca la harían daño. Después los dioses se divertían arrojándole armas a Balder, a sabiendas de que no le ocurriría nada. Pero Loki descubrió que una pequeña planta, el muérdago, no le había prestado juramento a Frigg, porque la diosa la consideraba demasiado joven para producir daño. Loki la transformó en dardo y se la dio al dios ciego Höðr, que la lanzó contra Balder dejando que Loki le guiara la mano para dar en el blanco. Cuando el dardo atravesó a Balder, el dios cayó muerto y Odín y las demás deidades recogieron su cadáver y lo tendieron en una pira funeraria construida con su propio barco, junto al cuerpo de su esposa, Nanna, que había muerto de pena, y el de su caballo.

Tras la muerte de Balder, Frigg rogó que alguien fuese a Hel, el reino de los muertos, e intentase traer a su hijo, y fue Hermóðr el Temerario, hermano de Balder, quien se ofreció voluntario. Partió en el caballo de Odín, Sleipnir, y cabalgó durante nueve días y nueve noches por valles oscuros y profundos hasta llegar a un puente de oro que cruzaba el Rio Gjöll. La doncella que lo custodiaba le dijo que no podía ser un difunto, porque el puente resonaba bajo los cascos del caballo, algo que no había ocurrido cuando pasaron por él cinco huéspedes de los muertos, hacía poco. Cuando Hermóðr le respondió que estaba buscando a Balder, la doncella le indicó que siguiera el camino septentrional, hasta las puertas de Hel, y Sleipnir cubrió la distancia sin esfuerzo. Hermóðr entró en el salón en el que Balder estaba sentado y se quedó allí tres noches. Le rogó a Hel, la reina cuyos dominios llevaban su nombre, que le permitiese a Balder regresar con él, pero ella replicó que sólo lo conseguiría el llanto de todas las gentes y las cosas del mundo entero.

Hermóðr volvió a Asgard con el anillo, Draupnir, que había sido quemado en la pira funeraria de Balder, como prueba de que había cumplido la misión. Después se enviaron mensajeros para que pidieran a todos que demostrasen con lágrimas su amor por Balder, que así, podría abandonar Hel. No sólo lloraron hombres y mujeres, sino piedras, árboles y metales, como lloran estas cosas cuando sobrevine el deshielo. Pero los mensajeros encontraron a una giganta que vivía en una cueva que se negó a llorar, aduciendo que a ella Balder no le servía de nada. Pensaron que la giganta era Loki disfrazado, que quería impedir el regreso de Balder.

Y así, el dios permaneció en Hel, y cuando se supo de la responsabilidad de Loki, el dios tuvo que escapar a la cólera de los dioses y esconderse en un río adoptando forma de salmón. Lo apresaron en una red que él mismo había inventado, y los dioses lo ataron sobre tres rocas, con unas serpientes que vertían veneno sobre su cara. Sigyn, su fiel esposa intentaba recoger las gotas de veneno en una vasija, mientras las convulsiones de Loki provocaban terremotos. Permaneció atado hasta que pudo librarse en   Ragnarök , el juicio final de los dioses, y atacar Asgard con los gigantes.

La muerte de Balder supuso el primer paso hacia   Ragnarök , cuando Odín fue devorado por el lobo, Fenrir y vengado por su joven hijo Viðarr, que despedazó a la bestia. Viðarr fue uno de los hijos de los dioses que sustituyeron a sus padres después de Ragnarök.